Su planta responde fielmente al modelo tradicional de los molinos de aceite preindustriales. Con un carácter estrictamente funcional, dispone las distintas dependencias en torno a un patio empedrado al que se accede a través de una portada cuya sencillez llama la atención por la ausencia de elementos decorativos. En el lado oeste se encuentra la almazara, que ocupa una nave de tres crujías en una disposición clásica en L. Las dos primeras, de desarrollo longitudinal y paralelas entre sí, están ocupadas por la bodega de aceite y por los trojes, la primera, y por la nave de la prensa de viga la segunda. La torre de contrapeso está situada en la cabecera sur de la nave y ofrece una singular imagen debido a la existencia de una escalera exterior de dos tramos perpendiculares que permite acceder hasta su coronación. Dado que la misma arranca de la azotea de la oficina adosada a la almazara, podemos afirmar que esta atípica configuración corresponde a una obra de ampliación. Junto al elemento vertical se sitúa, en una tercera crujía perpendicular a las anteriores, la zona de molienda, con el rulo, la solera, el alfarje y el empiedro.

En el otro lado del patio se extiende una nave, de igual desarrollo que la almazara, que está dividida en dos crujías por arcos apoyados sobre pilares.

A pesar de la simplicidad de su traza, o quizás gracias a ello, se trata de un edificio con un gran interés dado que se puede considerar como arquetipo de molino aceitero de la Campiña, condición a la que se suma la conservación de la almazara con todos sus elementos productivos.

Fuente: Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. Consejería de Educación, Cultura y Deporte.